Las mujeres están en la vanguardia de las luchas por la igualdad, la justicia y los derechos humanos individuales y colectivos en Mesoamérica. Mujeres indígenas, mestizas, negras, garífunas, mujeres del campo y de la ciudad, del mar y de la montaña, mujeres madres, migrantes, lesbianas, transexuales, mujeres jóvenes, ancianas, mujeres árbol, mujeres pájaro, mujeres maiz, mujeres coral… mujeres que desde sus diferentes orígenes, expectativas y experiencias de vida, con su trabajo, su lucha diaria, su dignidad y resistencia, pese a los múltiples obstáculos y dificultades, contribuyen a la construcción de un mundo más justo y habitable para todas las personas.
Todas ellas son defensoras de derechos humanos: estudiantes, periodistas, campesinas, académicas, sindicalistas, maestras, tejedoras, amas de casa, parteras, artistas, empleadas, desempleadas, artesanas, raperas, vendedoras, sanadoras…
ELLAS son las que defienden la soberanía sobre nuestros cuerpos y territorios;
ELLAS son las que conservan, enriquecen y transmiten nuestras lenguas, saberes y culturales ancestrales;
ELLAS son las que escarban la tierra de los caminos y el lodazal de las instituciones corruptas en busca de nuestras hijos, hijas, hermanos, hermanas, padres y madres desaparecidas;
ELLAS son las que defienden el valor de la palabra y el derecho a pronunciarla;
ELLAS son las que organizan las resistencias; las que alzan el puño, levantan carteles, sostienen mantas y hacen sonar las cacerolas; las que encabezan las marchas y visitan los tranques y las barricadas; las que toman el megáfono y alzan su voz; las que llaman a la concertación y el diálogo; las que ofrecen refugio.
ELLAS son las que acompañan el espíritu, las que toman la mano a las otras, las que confortan a las que buscan a sus desaparecidos/as, las que tienen paciencia y las que lloran de rabia para vencer la frustración, las que entierran a sus muertos y sueñan con la vida.
ELLAS son las que asumen todos los costos de la defensa de la vida; son las perseguidas por quienes han hecho de la cultura de la muerte su instrumento de poder y privilegio; son las amenazadas, las insultadas, las golpeadas, las desaparecidas y asesinadas por los grupos criminales e incluso por personas de su entorno más cercano; son las criminalizadas por Estados, oligarquías nacionales, empresas transnacionales, terratenientes, iglesias y lobbies fundamentalistas; las discriminadas por este Patriarcado racista, extractivista, neoliberal, heteronormativo, misógino y femicida que se siente amenazado y próximo al colapso.
ELLAS son las que documentan, denuncian, dan acompañamiento y exigen justicia por cada una de las agresiones que buscan callar la voz de sus compañeras defensoras; las que tienen claro que “si tocan a una, nos tocan a todas”;
ELLAS son las que le han perdido el miedo al miedo y, por ello, ya no acatan mandatos, roles impuestos, amenazas ni coacciones;
ELLAS, de todas las edades y procedencias, son las que insisten en la importancia de los cuidados y de la integralidad de la lucha, las que nos instan a la urgencia de los cambios individuales en el ejercicio del poder, las que bailan y le ponen música a la revolución y la llevan hasta el último rincón de la casa, de la comunidad, del pueblo, de la ciudad…
ELLAS son las “otras” necesarias para sernos, conocernos y reconocernos en un “nosotras” en el que quepamos todas, lindas, libres y locas.
ELLAS son semillas de cambio, labradoras de esperanza, sembradoras de vida, tejedoras de futuros.
Por todo ello queremos hacerles un homenaje a ELLAS.
Porque sus contribuciones y logros son y seguirán siendo mucho más grandes que cualquier golpe.
Porque somos muchas, estamos organizadas y por todos los rincones de Mesoamérica,
Porque nos cuidamos y acuerpamos creando redes de apoyo y proyectos de autocuidado, cuidado colectivo y sanación.
Porque nos reconocemos entre nosotras, visibilizamos que nuestras luchas son transversales y generamos alianzas con otros sectores de población.
Porque sabemos que ha llegado la hora de derrotar a la cultura de la muerte y de darle paso a la VIDA.
Porque sembrar juntas nos hace mas fuertes